Con la mirada de un niño
¡Por fin han llegado las esperadas vacaciones! Los días son cada vez más largos y el tiempo transcurre con mayor lentitud. Muy pronto, la vida trepidante estará de vuelta, así que disfrutemos de estos momentos. Dormir, jugar, dejarse llevar… Bajar el ritmo. Nuestros hijos saben más de esto que nosotros. Es verano, así que shhh: dedicamos tiempo a observarlos, a disfrutar de ellos (y de su ciencia), ¡y cargamos las pilas!
Cabecero en ratán Adèle
# Aprender a pasar el rato
Paso número 1:
No hay vacaciones sin levantarse tarde.
No hay prisa, así que disfrutamos del delicioso placer de quedarnos en la cama con un libro, viendo cómo los niños se acurrucan naturalmente en ella y maravillándonos de lo mucho que han crecido en un año. Bajamos el ritmo, tenemos todo el día por delante. Qué delicia…
# Aprender a organizarse
Paso número 2:
No hay buenas vacaciones sin un poco de organización. Desplazamos la cama para aprender a dar volteretas, el sofá servirá de pista circense y apartamos los adornos para hacerles un hueco a los juguetes. Aprendemos a compartir el espacio y nos olvidamos de ordenarlo todo sistemáticamente. Es el momento perfecto para dejarse llevar…
Mesa de centro en ratán Samson
Sillón en ratán Mina
# Aprender a encontrarse a sí mismo/a
Paso número 3: Pasamos tiempo juntos y nos lanzamos en busca de los cuentos más bonitos o de historias para dormir. Nos olvidamos del tiempo y de las obligaciones, dejamos que el tiempo fluya al ritmo de las risas, los abrazos y los caramelos. Y si te portas bien, te contaré un secreto.
# Aprender a explorar...
Paso número 4: Es el momento de vivir grandes aventuras. Nos inventamos, nos ponemos manos a la obra, es hora de aprender cosas nuevas y de participar en los concursos más locos. Porque, ya sabes, realmente quiero crecer este verano.
Mesa de centro en ratán Samson
Cabecero en ratán Colette
# Aprender a aburrirse
Paso número 5… y no por ello menos importante… (Re)descubrir la alegría de no tener nada que hacer. Saber maravillarse con una gota de lluvia en el suelo de la cocina, mientras el tiempo discurre lentamente, muy despacio… Invocar el aburrimiento, por el simple placer de ver fluir los pensamientos y de dar rienda suelta a la imaginación. A veces las vacaciones se alargan, pero también es ahí donde creamos maravillosos recuerdos.
Dediquemos tiempo a disfrutarlos…