«¡Y es mi estancia favorita!
Es el lugar que ofrece las mejores vistas al exterior y al huerto que ahora cultivamos. La luz cambia continuamente según las horas y las estaciones, creo que uno nunca se cansa de este espectáculo.
Derribamos un muro de carga para crearlo y, a pesar de sus 30 metros cuadrados, nada extraordinario, destaca por su luminosidad. Por otro lado, en las demás estancias quisimos conservar ese ambiente de casita acogedora que reinaba en ellas. Por ejemplo, decidimos mantener toda la carpintería antigua. Así pues, optamos por una cocina cerrada, aunque conservamos la pequeña ventana que da al salón.
El salón fue el punto de partida de nuestro proyecto y aún hoy es nuestro punto de encuentro.»