Nuestro encuentro con Gladys

Si hay algo que nos inspira en Tikamoon es que nos hable de su hogar, ya que imaginamos nuestros muebles para acompañar sus historias cotidianas.

Esta semana hemos ido a conocer a Gladys y su antigua carpintería, donde reina un ambiente de felicidad, que también contagia a sus dueños… 

Hola, Gladys, ¡gracias por recibirnos y por abrir su casa a nuestros ojos curiosos! Háblenos de esta casa… 

Hola, ¡gracias por venir a conocerme!

Vivimos nueve años en una casa cerca de aquí. Cada mañana pasaba por delante de esta fachada atípica e intrigante. Y una mañana vi un cartel de «Se vende»… 

Cuando visitamos esta antigua carpintería sentimos un flechazo y todo fue muy rápido. A pesar de nuestro cariño a lo que habíamos construido en nuestra encantadora casa de los años 30, nos embarcamos en este proyecto con mucha ilusión a pesar de tener dos hijas pequeñas. 

En tres meses reorganizamos el espacio para aprovechar al máximo el volumen y la luz, que no se estaban utilizando.» 

Efectivamente, es lo que llama la atención cuando entramos en su casa: el salón abierto, que actúa como punto de partida para el resto de la casa. 

«¡Y es mi estancia favorita!

Es el lugar que ofrece las mejores vistas al exterior y al huerto que ahora cultivamos. La luz cambia continuamente según las horas y las estaciones, creo que uno nunca se cansa de este espectáculo.

Derribamos un muro de carga para crearlo y, a pesar de sus 30 metros cuadrados, nada extraordinario, destaca por su luminosidad. Por otro lado, en las demás estancias quisimos conservar ese ambiente de casita acogedora que reinaba en ellas. Por ejemplo, decidimos mantener toda la carpintería antigua. Así pues, optamos por una cocina cerrada, aunque conservamos la pequeña ventana que da al salón.

El salón fue el punto de partida de nuestro proyecto y aún hoy es nuestro punto de encuentro.» 

También hemos notado el mimo que han puesto a la hora de amueblar esta casa. Cada objeto parece haber encontrado su lugar. 

«Sí, ¡pero no ha sido fácil!

Tengo mucho cariño a las cosas antiguas, me interesan las vivencias de los objetos… Lucho contra mi lado «coleccionista» porque me resulta muy difícil separarme de los objetos o los muebles.

¡Y la casa no se puede ampliar!

Así pues, nos deshicimos de todas esas «cosas viejas» que nos acompañaban desde hace años y optamos por una organización más racional a fin de lograr el equilibrio perfecto para vivir más tranquilos.

Siempre me ha gustado la mezcla de estilos y hoy cobra aún más sentido: recuperar, buscar antigüedades y replantear el uso de los objetos significa saber adaptarse y eso me hace muy feliz.»